Una de las preguntas más habituales que me hacen es:
“¿Cuándo debería empezar a educar a mi perro?”
Y la respuesta, aunque muchos no se la esperan, es muy clara:
desde que llega a casa.
Pero para entender por qué es tan importante empezar desde el principio, hay algo que deberías conocer: el periodo de impronta.
¿Qué es el periodo de impronta?
El periodo de impronta es una etapa muy temprana en la vida del perro, que va aproximadamente desde las 3 hasta las 12 semanas de edad. Es un momento clave porque el cachorro está especialmente receptivo a todo lo que le rodea. Cada estímulo, experiencia o interacción que vive durante ese tiempo se graba profundamente en su memoria.
En esta fase, el perro aprende cómo es el mundo, cómo relacionarse con otros perros, con las personas, cómo reaccionar ante ruidos, entornos nuevos, objetos, etc. Todo lo que viva en ese momento tendrá una gran influencia en su comportamiento futuro.
Por eso es tan importante aprovechar ese periodo para trabajar la socialización, el vínculo con las personas, la habituación a distintos estímulos y empezar con pequeñas pautas de educación.
¿Y si mi perro ya es mayor?
No pasa nada. Aunque no hayas podido trabajar con él durante la impronta, eso no significa que esté todo perdido. Simplemente significa que tendrás que tener más paciencia y constancia.
Lo fundamental es entender que los perros están aprendiendo todo el tiempo. Incluso cuando tú crees que “no estás haciendo nada”, tu perro te observa, interpreta, asocia. Está sacando conclusiones. Y si no eres tú quien le enseña cómo actuar, lo hará por su cuenta. Y ya sabes lo que suele pasar en esos casos…
Entonces, ¿cuándo empiezo?
Desde el primer día. Desde el primer momento en que entra por la puerta de tu casa.
No hace falta esperar a que tenga una edad determinada, ni a que se haya “adaptado”. Ese periodo de adaptación ya forma parte del aprendizaje. Y cada gesto, cada rutina, cada norma o falta de ella, le está enviando un mensaje.
Cuanto antes empieces a guiar su comportamiento, más fácil será que crezca siendo un perro equilibrado, seguro y feliz.
Conclusión
Si tienes un cachorro y puedes trabajar con él durante el periodo de impronta, es una oportunidad de oro. Pero si no es el caso, empieza hoy. Porque no se trata solo de corregir problemas cuando aparecen, sino de prevenirlos antes de que se conviertan en hábitos difíciles de cambiar.
Educar no es algo que se deja para más adelante. Es algo que empieza desde el primer momento. Y cuanto antes lo entiendas tú, mejor lo entenderá tu perro.
Tabla de contenidos
